ASTURIAS DESPUÉS DE LAS LLAMAS

Recorremos las zonas arrasadas en 2015

 

 

 

 

 

 

 Textos
Isabel Gómez

Vídeos
Luis Enrique González

Diseño y maquetación
Víctor Coto

Fotografías
Joaquín Pañeda, Nel Acebal, Pablo Nosti, J.M. Pardo, Juan Carlos Román, Paloma Ucha,
Daniel Súarez, Dani Mora, Jorge Peteiro, EFE

 

 

 



«Terrible, devastador, criminal». Los calificativos salpican el relato de quienes vieron el virulento avance de las llamas que ensombrecieron las navidades de 2015 en Asturias. Las altas temperaturas, la baja humedad, los vientos del sur de hasta 100 kilómetros por hora y la mano delictiva o negligente del hombre se aliaron para provocar el mayor desastre medioambiental que ha sufrido el Principado en las últimas décadas, una tragedia que se cobró la vida del piloto de helicóptero José Antonio Rodríguez, de 49 años, que murió al estrellarse mientras combatía un foco activo en La Roza, en Parres. Un año después, la vegetación vuelve a cubrir los espacios arrasados y se han repuesto muchos de los bienes perdidos, pero la impotencia y el dolor de los afectados aún perduran.

Hectáreas quemadas

Efectivos de extinción

Incendios declarados

Las cifras evidencian la magnitud de la tragedia. Entre el 19 de diciembre y el 3 de enero, periodo en el que estuvo activo el plan regional de emergencias por incendio forestales (Infopa), se declararon en Asturias cerca de 450 incendios que arrasaron más de 14.000 hectáreas, incluidas 2.500 de arbolado. Son las que se perdieron en el concejo de El Franco, que quedó marcado por el rastro de un fuego que comenzó en el vecino municipio de Boal y que no se detuvo hasta alcanzar el mar, dejando un rastro de devastación de unos 17 kilómetros de longitud. «Era impresionante. Parecía como si estuvieras con un ‘calderín’ de agua apagando fuegos», cuenta la alcaldesa, Cecilia Pérez, quien recuerda que el viento “terrible” de aquel día, por el que «casi no podías ni hablar», transportaba chispas «a 13 kilómetros» de distancia.

Así lo cuentan los protagonistas

La N-634 cortada a la altura de Viavélez en el occidente asturiana

La N-634 a su paso por Viavélez, la cuál permaneció cortada entre Jarrio y Tapia y suspendido el tráfico ferroviario

Maquinaria inservible en El Franco

Maquinaria inservible en El Franco

Viviendas destruidas en El Franco

Viviendas destruidas en El Franco

El municipio franquino fue el más castigado de los 58 que en la última quincena del pasado diciembre soportaron el envite del fuego, que dejó daños cuantificados en 12 millones de euros. La catástrofe, por la que la Guardia Civil ha procesado a 15 personas, arrasó monte bajo y plantaciones forestales, maquinaria agrícola, cuadras y tres casas, aunque solo una de ellas era vivienda habitual de una familia que tuvo que reconstruirla desde los cimientos; también cerró la autovía del Cantábrico y la carretera N-634 entre Jarrio y Tapia y suspendió el tráfico ferroviario.

El estado de excepción que vivía el concejo obligó a movilizar a la Unidad Militar de Emergencias (UME), que llegó a La Caridad sobre las cinco de la madrugada del domingo electoral del 20 de diciembre. Antes se detuvo en Cangas del Narcea, donde el fuego llegó a calcinar más de 2.200 hectáreas en esos días. No obstante, no tuvo que desplegarse.

Pasada la medianoche había comenzado a llover y la gravedad de la situación remitía en el Occidente de Asturias. Sin embargo, «la psicosis que quedó fue terrible», apunta Pérez, quien anota que «el monte siguió quemando una semana».

Para entonces, los cerca de 1.340 efectivos de extinción de incendios que se movilizaron durante la activación del Infopa habían atacado el fuego en decenas de montes de Occidente, Oriente y el centro de la región: «Lo peor no fue la cantidad, sino los daños que se produjeron, la virulencia de aquello a lo que nos enfrentábamos y el peligro que estaba corriendo el personal de extinción y los vecinos», recalca Jaime Martín, jefe de área de Bomberos del Servicio de Emergencias del Principado (SEPA), quien señala que en los días previos a ese fatal 19 de diciembre ya empezaron a distribuirse recursos por el temor a que el fuerte viento y el calor favorecieran la propagación de incendios forestales.

Intervención de la Unidad Militar de Emergencias (UME) ante el estado de excepción

Intervención de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en el occidente de Asturias ante el estado de excepción de la zona

Martín resalta la fuerza de aquellos incendios con datos: los 450 fuegos de diciembre arrasaron más de 14.000 hectáreas, mientras que los casi 500 que se han declarado a lo largo de este año han calcinado «en torno a las 1.350», según los datos provisionales. Y más: «Hay marzos en los que hemos tenido cerca de mil incendios y con superficie quemada, pero no llegando a esos extremos. Esa es la gran diferencia».

Medios aéreos en Tapia

Medios aéreos en Tapia

Lengua de fuego en El Franco

Lengua de fuego en El Franco

Los monte de Villayón en llamas

Los monte de Villayón en llamas

Las cifras ponen de relieve la excepcionalidad de una situación en la no resultó sencillo combatir las llamas. En Asturias, explica, «la extinción es directa: un combatiente con un batefuegos». Sin embargo, «cuando la altura de las llamas supera los tres metros, no se puede acercar. Los medios aéreos ayudan a que esa altura baje y los medios de tierra atacan el fuego. Pero en estos incendios las llamas superaban con mucho los tres metros y no podíamos usar los medios aéreos. Hay fuegos que no se pueden apagar, que quedan fuera de la capacidad de extinción y te tienes que limitar a defender a las personas y los bienes».

Juanjo Hierro, responsable de medios aéreos del SEPA, también recuerda las limitaciones que impuso el fuerte viento de aquellos días: «Si supera velocidades importantes, el agua va a ser dispersada y no va a caer en el sitio que pretendes. No puedes apoyar a los equipos terrestres y no puedes combatir los incendios de forma directa. Acabas por defenderte del fuego más que atacarlo».

accidente
Tampoco olvidará este responsable del SEPA el «mazazo» que supuso el fallecimiento de José Antonio Rodríguez cuando trabajaba en la extinción de un incendio en Parres a los mandos de un helicóptero de la entidad: «Con el tiempo, las cosas se van sosegando, pero uno no pierde memoria de esas cosas. No llevaba mucho tiempo aquí, pero era un compañero estupendo y de muy fácil relación», asegura.

Zona rural de Langreo

Zona rural de Langreo pasto de las llamas

El fuego en Soto de Ribera

El fuego en Soto de Ribera

El fuego en Soto de Ribera

Soto de Agues a las puertas del fuego

Viviendas en El Franco en llamas

Viviendas en El Franco en llamas

Fuego incontrolado en Parres

Fuego incontrolado cerca de Arriondas

La Gargantada, entre Langreo y Siero

La Gargantada, entre Langreo y Siero

El fuego calcinó el concejo de Llanes

El fuego calcinó el concejo de Llanes

Calcinación en el oriente de Asturias

Calcinación en el oriente de Asturias

Sierra del Sueve en el oriente asturiano

Sierra del Sueve en el oriente asturiano

Hierro estaba en vuelo cuando supo que un compañero había tenido un accidente y «te quedas paralizado». Con visible emoción, explica que «las noticias iniciales nunca son claras y sufres un colapso tremendo con todos los pensamientos que te vienen a la cabeza». Y no oculta su admiración cuando rememora que otro compañero «estuvo varios minutos echando agua donde había ocurrido  el accidente» a la espera de ayuda.

Antes y después:

Mueve el selector hacia la izquierda o derecha para descubrir las diferencias en La Cobertoria (Lena) y La Gargantada (Langreo)

Antes y después de la catástrofe

Mueve el selector hacia la izquierda o derecha para descubrir las diferencias en La Cobertoria (Lena) y La Gargantada (Siero)

El suceso, que pudo producirse por la presencia de niebla en la zona (la Comisión Nacional de Investigación de Accidentes Aéreos aún no ha emitido su informe), todavía entristece al alcalde de Parres, Emilio García. El regidor admite «impotencia y desolación» al recordar unos días que han dejado «un malestar que sigue latente» y pérdidas cuyos efectos perduran, aunque la vegetación ya vuelve a cubrir la mayor parte de las zonas devastadas.

Las consecuencias de aquella tragedia son permanentes para los inquilinos de Casa Bras, en el núcleo franquino de Hervedeiras, que quedó arrasada y que han reconstruido con la colaboración de sus vecinos: «Había días que había un batallón de gente trabajando aquí», comentan al margen de las cámaras, al tiempo que señalan: «Qué remedio queda más que seguir adelante, pero no se olvida».

Lo mismo dice su vecino Manuel Méndez, de Riobón, que perdió una casa y 37 hectáreas de bosque. Afirma que lo que ocurrió fue «un acto criminal» y defiende un endurecimiento de las penas para los responsables de provocar incendios como el que amenazó el barrio de Robazón, en Nueva (Llanes). Aquí los vecinos permanecieron en sus casas a pesar del avance de las llamas: «Los guardias nos mandaron marchar, pero ¿qué hacemos? No puedes dejar esto así», afirma Jesús Pedrayes señalando su casa, junto a la que se levanta su taller de pintura y que tuvo las llamas a escasos treinta metros.

Pero las pérdidas personales son solo una de las caras de estas tragedias. Los daños del fuego también complican la viabilidad de sectores económicos como el ganadero o el forestal: «Basta ver las zonas que están acotadas», apunta el alcalde de Parres, en referencia a las más de 12.000 hectáreas quemadas que están vetadas al pastoreo por periodos iniciales de hasta diez años. Por su parte, la regidora franquina pone el acento en la explotación forestal: «Había muchos miles de euros de madera plantada en el municipio y se quemó en pocas horas. Fue una pérdida terrible».

VIDA UN AÑO DESPUÉS DE LA CATÁSTROFE

 

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